Decidí marcharme por un tiempo , caminar sin rumbo hacia donde el destino me llevara. Llegué a ese lugar, un lugar donde sólo habitaba la paz y estaba el mar, me deje llevar pisando la arena bien fuerte sintiéndola entre mis poros, hasta llegar a la orilla . Mirando hacia el horizonte, trate de replantearme mi vida, pero decidí que sería mejor no pensar en nada y sentir esa tibia y tan transparente agua en mis pies.

Avancé y avancé hasta la mitad, donde se podía ver la diferencia entre la nada y la civilización. 
Cuando mis ojos apenas abiertos, miraron hacia la ciudad, rápidamente a mi mente vinieron todos los por qué, los cómo y los qué y al mirar hacia esa sutil nada, mi mente se quedó en blanco, solo pudiendo pensar en ese momento el querer ser feliz a mas no poder . 

Fue ahí, fue en ese simple y tan rápido segundo que me llené de paz. De una paz intensa, que hizo que mi vida diera un giro de ciento ochenta grados, hasta empezar de cero. Podría decirse que hice un clic y me dije a mi misma... basta, deja que la vida sola va a sorprenderte...